sábado, 28 de diciembre de 2013

REPORTE 19: CALCUTA

Esta vez, para llegar a Calcuta viajaríamos desde Guwahati en tren. Nuevo compartimiento: clase superior. Y como si lo incluyera el precio, el tren llegaría con puntualidad australiana, vaya sorpresa. Apenas entras a la cabina se siente la diferencia. Más limpio, silencioso y ordenado que nuestra habitual clase sleeper, parecía una buena alternativa para viajar las 26 horas hasta llegar a la capital de West Bengal. Sin embargo, pronto nos daríamos cuenta que la satisfacción sería inversamente proporcional a la experiencia en el decir de algunos sociólogos: a mayor comodidad en el trayecto, menor la intensidad y anécdotas en el viaje.

-'Menos mal que lo que nos queda de camino en India sea en nuestra alborotada clase sleeper', comentaba uno de nosotros.

Debe haber sido la levedad del último viaje lo que nos hizo extrañar el contacto y la intensidad que acostumbramos recibir de este país. Supimos ahí también lo mucho que India nos haría falta una vez lejos… Es que su corazón es enorme, y de él nos hemos enamorado. Así que no esperen objetividad alguna, estamos cruzando el momento de mayor torpeza en nuestra relación amorosa con este maravilloso planeta.   

Llegar a Calcuta sería algo entre mágico y misterioso, fue cómo desembarcar en una ciudad conocida, viva en algún sueño de otros años, y sin embargo, muy nueva y muy fresca. A ratos nos creíamos en Buenos Aires con sus arboleadas avenidas llenas de antiguas construcciones, pero la energía y el estilo de Calcuta la arrancaba de ese imaginario. Acá se respira en su arquitectura la larga historia colonial Inglesa, que comenzaría en las postrimerías del sXVII. El propósito era entonces convertir a Calcuta en el Londres del oriente, y vaya que buena labor han realizado. Pero esto es la India: mucha agua y vida ha pasado desde entonces. Es así como en cada monsoon –época de lluvia- nuevos colores han ido transformando a esta metrópoli, hasta convertirla en la que muchos han descrito como la ciudad de la alegría (La Cité de la Joie, novela escrita por D. Lapierre y posteriormente hecha película, The City of Joy, dirigida por R. Joffe, el mismo director de la famosa película La Misión)

Es que Calcuta se llena de glamour con sus pequeñas librerías. Sus calles están llenas de historia con el oficio de los transcriptores, muchos a máquina de escribir y otros que todavía lo siguen haciendo tallando el mármol. Los barberos –como en gran parte de la india- te rasuran la barba con navaja, cremas, perfumes y masajes, y en el comercio –como si todo esto no fuera suficiente- se acostumbra invitar a los clientes en los pequeños y decorados bazares, primero compartiendo un chai y luego ofreciendo como cortesía un chillum, una  pipa en la que se fuman hierbas para aquellos que lo deseen. Así es la India, increíble, inentendible, más parecida a la vida sacada de otra época que a la de nuestros contemporáneos países vecinos.

Sin embargo, para muchos Calcuta resulta insoportable. Sus majestuosos puentes, avenidas, edificios y memoriales heredados de la tradición inglesa conviven en Calcuta con la lepra, los mancos, los niños malnutridos y la extrema pobreza que tan comúnmente se ve por donde camines, especialmente más en la periferia y los slums –poblaciones- hacia donde cada mañana caminamos junto a otros voluntarios que hemos venido a compartir el día a día con las hermanas de la caridad. Bajo el liderazgo de la Madre Teresa, ellas han realizado un trabajo maravilloso con los hogares que tienen para atender a los pobres y marginados: los ancianos, mujeres y niños abandonados, los enfermos, los refugiados y los discapacitados. Un corazón para amar y las manos para servir es el único requisito para acompañar a los más pobres entre los pobres, solía decir la Madre Teresa. Nosotros nos vamos felices de haber tenido esta oportunidad, de haber rezado y trabajado con las hermanas para servir a nuestros hermanos, a quienes guardaremos por siempre en nuestros corazones.

Allí también conocimos a otros voluntarios de distintos credos y nacionalidades. Con unos sin embargo, se produjo ese súbito flechazo que tiene la amistad a primera vista.  3 Argentinos, dos hermanas de San Juan y otro de Comodoro han estado viajando juntos por Australia y Asia. Con ellos compartimos las experiencias del voluntariado y de la vida que ofrece tener la mochila al hombro, muchas comidas, chai y uno que otro plato nuevo que la calle siempre ofrece. Si, esto último es importante. La comida bengali  nos regaló deliciosas dosas -parecidos a los crepes, rellenos de papa y verduras, para luego untarlo en coloridas salsas-, aloo puri -tortillas fritas acompañadas de una sopa de papas-, samosas -masas fritas, triangulares, rellenas de papa y verduras-, momos -empanaditas chicas cocidas al vapor, rellenas de verduras y jengibre-, kulfi -fruta hecha helado cremoso, dulce y espeso-, ensalada de frutas con sal, tostadas con banana -junto a la mantequilla, azúcar y miel- y por supuesto nuestros favoritos mithai -dulces Indios-.
No solo por la buena comida es que a los indios los hemos catalogado como “los Italianos de Asia”, sino que sobretodo porque su gente es pura vida. Acá se habla con la boca, los ojos, las manos y el corazón.

-'India es aproximadamente 6 veces el porte de Francia, aunque su población es al menos 20 veces más grande' nos cuenta Didier, un personaje Frances en la novela Shantaram.
- '¡Veinte veces! 'continuaría diciendo.
-'¡Créanme, si hubiesen un billón de franceses viviendo en tal hacinamiento, ríos de sangre correrían! ¡Ríos de sangre!  Y como todos sabemos, nosotros los franceses somos los más civilizados de Europa, de hecho, somos los más civilizados en el mundo.
-No, no, sin amor India sería imposible' concluía Didier y con él nosotros asentíamos moviendo la cabeza.


En poco salimos a Kerala –sur de India-. Contra nuestra voluntad tomaremos un avión, pues con tan gigantesca población los trenes se llenan bastante rápido. Reservar los pasajes de tren con 2 meses de anticipación esta vez no fue suficiente. Pero ya nos hemos asegurado con los boletos de otros trenes. De eso les contaremos próximamente, ojalá, si Dios quiere.

Cada mañana, bicicletas y carretas llenas de pollos aún vivos se dirigen al mercado.

 Algunas postales de la ciudad y un mural que muestra 
algunos de los personajes de West Bengal e India en general. 
De izq. A der. Madre Teresa, Mahatma Gandhi, 
Indira Gandhi, ¿?, ¿?, ¿? Y Rabindranath Tagore. 
Trivia, a ver quien nos ayuda a completar esos 3 que faltan…

 Alguno de los oficios que se encuentran en la ciudad de Calcuta

Nunca vi a un peluquero ni en la calle, 
ni menos alguien que cortara el pelo con tanto estilo.

A propósito de cortar el pelo, alguien se entusiasmo 
con los masajes y la navaja rasurando la barba.
 Si usted pasa por India, el salón de belleza para caballeros es altamente recomendable.

En la cena de navidad con los pascueros argentinos y Cristían, otro amigo chileno.

Revisado algunos vinilos en Kolkata City

Callejeando con nuestro amigo porteño Hugo –izquierda- y el barcelones Sergio –derecha- 

Las postales del Victoria Memorial.

 La anaconda que nos encontramos en el Victoria Memorial, otro signo de la buena suerte.

Los maravillosos niños de Calcuta

Josefina y el chileno Cristian esperando los momos que nos preparaban en la calle. 

ALGUNAS POSTALES DE CALCUTA









lunes, 16 de diciembre de 2013

REPORTE 18: MEGHALAYA

Después de nuestra visita al festival de Kohima, en Nagaland, nos dirigimos al estado de Meghalaya, también en la zona de los Northeast Tribal States. Luego de un largo viaje apretados en un Suzuki Maruti, una noche en tren, otro tramo en jeep, y por último otro tramo en taxi compartido, llegamos a Cherrapunjee, con el plan de pasar en esta zona 14 días. Nos hospedamos en un “Backpacker Hostel”, ruidoso y sin mucha privacidad, pero cerca del centro del pueblo y los restaurantes. Arrendamos bicicletas, visitamos cuevas naturales, y apreciamos Bangladesh desde las colinas cerca de la frontera entre ambos países. Tres días después nos veríamos caminando montaña abajo con destino al pequeñísimo pueblo de Nongriat. Caminar hacia abajo cerca de 4.000 peldaños por una empinada escalera de concreto era, pensamos, el mínimo esfuerzo que debíamos hacer para merecer ver la maravilla que nos esperaba en aquel pueblo encantado. El primer puente de raíces lo vimos a mitad de camino. Su imponencia nos dejó sin aliento, y no pudimos evitar dedicarle muchos minutos a cada detalle que conformaba tal obra de la naturaleza.

En estas montañas (habitadas por sólo 5 pueblos, entre ellos Nongriat) se encuentran los aún no muy conocidos puentes vivientes. Década tras década se forman con las raíces del “Ficus Elastica”. Guiadas por un bamboo, después de 50 años las raíces están listas para sostener a sus pasajeros. Increíble, pensar que mientras los alambres se oxidan, el concreto se triza y la madera se pudre, acá los puentes vivientes cada día se hacen más fuertes: las raíces crecen, tragan energía de la tierra y sus brazos se estiran.

Estos puentes, y muchas otras muestras e historias de los habitantes de Nongriat, nos convencen de que  estamos en un bosque encantado, vivo, en movimiento y puro. Rodeado de innumerables cascadas, piscinas naturales de color azul profundo, árboles frutales, mariposas de todos los colores y tamaños, cuevas escondidas entre las rocas, Nongriat nos recibió por una temporada, mágicas semanas. Aquí conocimos a otros viajeros que estuvieron quedándose junto a nosotros. Erica (Canada), Vishal (India), Luuk y Lonika (Holanda), David (USA) y Michela (Italia) fueron nuestros grandes compañeros y amigos. Compartimos caminatas, largas sobremesas, muchos chai con galletas, baños en las cascadas, guitarreos, charras y uno que otro traguito de ron y whisky que algunos portaban. Nos encantaba sentarnos a escuchar las historias de los Khasi que nuestro anfitrión Biron nos contaba (habitantes de Nongriat, originalmente descendientes de nómades de Cambodia y norte de Tailandia), sobre los espíritus que habitan el bosque, cómo ellos guardan lugares sagrados donde no se puede ni tocar una flor (de lo contrario los espíritus se enojan), la relación y admiración recíproca entre ellos y la naturaleza, el trabajo con los puentes vivientes, la ayuda comunitaria, la generosidad que comparten como valor principal de la tribu, la inocencia de los niños, entre tantas otras cosas. Un día nos invitaron a un bautizo, donde nos sirvieron ilimitada comida picante y bailamos niños y viejos, saltando, riendo y sacudiendo la pequeña casa de madera sostenida en las colinas de Nongriat. Otro día los invitamos a ver Avatar en el computador, ciencia ficción para nosotros, un drama bastante concreto para ellos. Y a pesar de que se hablaron toda la película, salían por cigarros y jugaban con el celular, sabíamos que a los espíritus del bosque ellos también respetaban. Muchas cosas aquí han pasado, si hasta nacimiento nos ha tocado. Sin imaginar que fuera tan inminente, Violet dio a luz en su casa una madrugada. La noche anterior nos sirvió una deliciosa comida, a la mañana siguiente su marido Biron desayuno nos preparaba, invitándonos de paso a conocer a su niñita que se asomaba a lo lejos cubierta en mantas junto a su madre recostada. Un nacimiento con mucha naturalidad, otra muestra de la naturaleza.

La vista de noche en Nongriat es también alucinante. Mirar la montaña levantándose, con la silueta de sus palmeras, y entre ellas las luces amarillas de las sencillas casas, pasillos y escaleras, es como una ambientación de obra de teatro, demasiado expresiva, demasiado imponente en su belleza.


Maravillosa experiencia, nos vamos con amigos, con el sabor de la comida casera, con el recuerdo de paisajes imponentes, con una misa maravillosa, pero sobre todo con enseñanzas de una vida simple y apegada en primer lugar a los regalos de la naturaleza. Nos vamos también con lágrimas, con una despedida inesperadamente dolorosa. Nunca pensamos que en tan poco tiempo llegaríamos a mimetizarnos tan rápido con la fragilidad de las mariposas. Quizá que hechizo las hadas nos han echado, si ya somos sensibles en el bosque nos hemos más que ablandado. 

3 días de bicicleta en Cherapunjee. Aquí, una pinceleada.

 Escalera número 1823. Aún queda camino por recorrer amigos!

Antes de llegar a Nongriat, nos esperaba este puente viviente!

Sentado en los brazos de nuestros mayores, los Ficus Elastica!

Bienvenidos a Nongriat y su bosque encantado

En Nongriat nos sucedieron cosas maravillosas, como esta mariposa.

Más muestras de la magia del bosque

Estas fueron algunas de las piscinas naturales en las que nos re relajamos.

Uno de los cuantos brincos del Mono Escobar. 
Aquí en Rainbow Falls (ven el arcoíris?)

Con nuestros amigos Erica y Vishal luego de una tarde de saltos y nados…


Comida picante, zapateo constante y mucha alegría
 fueron los condimentos del lindo Bautismo al que fuimos invitados.

Envuelta en hoja de plátano, 
deliciosos platos para llevar disfrutaron estos Boras

Doble Puente Viviente. Cada mañana debíamos cruzarlo para llegar a nuestra Rest House

Nuestros queridos amigos Luuk y Lonika en medio de sus ejercicios de Yoga.
 Un año llevan viajando, y en pocos días ya estarán en Latinoamérica. 
A prepararse amigos de Ecuador (Otavalo) y Chile, 
que en algunos meses estarán por allá. Lindo sería que los conocieran.

Con nuestra dulce amiga de Nongriat Vernadin. 
Sin un cura, en la mañana nos fuimos a la misa que la gente de Nongriat
 prepara con lindos cantos leyendo entre todos la escritura. 
Si el cura no se la puede con las escaleras, acá la misa no se suspende!  

Con nuestro amigo multifacético Biron: Padre de familia, profesor de la escuela, cantor, escritor, comerciante, gran cocinero y sherpa.

martes, 3 de diciembre de 2013

Reporte 17

NORTHEAST TRIBAL STATES

Con una población sobre los 45 millones de habitantes, más de 100 tribus, 10 lenguas principales y 7 estados, las 7 hermanas como se le conoce a las tribus del noreste parecieran estar atadas a la fuerza al resto de India. Butan, Tibet (China), Bangladesh y Burma son sus tierras fronterizas, una zona de coaliciones culturales y fuerte sentimiento independentista, tal como sucede en otros bordes de países que he estado (Trieste en Italia, Tierra del Fuego en Chile). Para nosotros ha sido un territorio por sobretodo diverso y extraño, uno que alberga animales tan impactantes como los rinocerontes, tigres y elefantes, con tribus de hombres caza recompensas que cuelgan calaveras humanas como trofeos en sus chozas de la selva en Nagalan. Zona poco explorada recomendada para aventureros fue el slogan con el que nos decidimos venir a pasar un tiempo a estas montañas floridas, una experiencia que hasta ahora nos ha regalado desde muy malos olores y platos intolerables para nuestro entendimiento culinario –comen carne de perro, gusanos, caracoles, ranas y cabezas de chancho- hasta los mejores dulces que hemos probado –con una dosis de azúcar que no nos ha permitido entrar al baño por un buen tiempo-.

Algo comentó Josefina sobre Guwahati, en el estado de Assam. Prosigo entonces con lo que prosigue.
El día en que partíamos con dirección a la Isla Majuli (Assam) una linda sorpresa nos encontraríamos en el terminal de buses. Dos amigas francesas que habíamos conocido en Darjeeling llegaban también con sus maletas a la estación. Sonreímos, nos abrazos, besos en ambas mejillas y la pregunta de rigor ¿Para donde van?

Nos íbamos todos a la Isla Majuli. Un viaje tortuoso para nosotros arriba del bus; dolor de estómago + curvas constantes + chiflón altiplánico por una ventanilla que no cerraba. Bastaba llegar a la Isla para que todo el malestar nos abandonara, fue como cruzar del infierno al paraíso. Maravilloso lugar, un olimpo, nirvana y edén. Debe ser uno de las pocas áreas donde todo se hace a mano, lo que se imaginen. Dormimos en chozas de bambú, arrendamos bicicletas para movernos alrededor de la Isla, visitamos algunas aldeas donde las tribus viven en armonía con sus costumbres, aprendimos de los artesanos y artistas locales que producen magníficas máscaras –una nos llevamos bajo el brazo- y con algo más de tiempo, seguramente Josefina se internaba por una temporada para cultivarse en el oficio. Compartimos una linda tarde con los monjes en sus satras (que en hindi son monasterio y centros de arte) y algo aprendimos de su filosofía vaishnavite, aunque para aquello el lenguaje si fue una limitante. Fueron solo 3 días, pero la intensidad de India hace de cada minuto una experiencia inolvidable. Es cosa de medir la frecuencia de nuestros reportes. Parecemos dos niños jugando en el barro.

Majuli ofrece pocas alternativas para el turista. De hecho, apenas aparecen lugares donde dormir en las guías de turismo, en los restoranes tenías casi que ordenar en assami –lengua local- y el menú se contaba con los dedos de una mano. Y a pesar de ser aparentemente los únicos foráneos -tal como sucede en tantos lugares del nordeste- era como si supiesen de toda una vida como acoger al extranjero. La manera cómo nos sentimos en India solo es comparable al amor que uno encuentra en casa. Esa ha sido la única constante de este viaje, todo lo demás ha ido mutando.

De Majuli nos llevamos los mejores recuerdos, y a dos dulces amigas que nos transportó a esas extendidas conversaciones que solíamos tener con tantos en nuestra casa de Pedro de Valdivia. Ambas con estudios en disciplinas vinculadas al arte, terminamos –en el decir de algunos por ahí- como poto y calzón.     
      
Era hora de partir y despedidas. Sonrisas, abrazos –ahora más largos-, besos en ambas mejillas y las bendiciones de rigor. Mientras ellas se dirigían rumbo al oeste, nosotros apuntábamos al estado de Nagalan, este de Assam. Aquí es donde se comen a los perros, donde te encuentras con los caza recompensas, un zona poblada de tribus con estilos de vida que uno pensaría obsoletos, o de artículo para la National Geographic –hasta hace poco solo con permiso se podía entrar-. A pocos kilómetros al sudeste de Majuli, está Wild Nagalan. Ya en los controles fronterizos nos advertirían del “salvajismo”, si hasta los militares me recomendaban no ingresar. A cada segundo veías a las fuerzas armadas poblando la ruta y eso claramente no nos motivaba ya a entrar. Así llegábamos algo asustados a nuestro destino Mokokchung, ya no nos sentíamos en un hogar. Es probable que ese estado anímico haya teñido nuestro primer encuentro con la ciudad. Sentada en altas colinas, rodeada de un maravilloso paisaje dibujado por terrazas de arroz, Mokokchung seguía pareciéndonos algo deslucida. Al día siguiente, creyentes de haber tomado una mala decisión, nos alistábamos para regresarnos a Assam. Pero algo no nos dejaba tranquilos, mucho ruido quizás.

No sé si a ustedes les pasa, pero hay decisiones en las que el cuerpo se resiste en albergar. Por más que la cabeza nos decía ABANDONAR, la víscera jodía y jodía en EXPLORAR. Y si algo hemos alimentado en Mullumbimby es nuestro bienestar, un equilibrio que ha nivelado la sapiencia que tenemos en las entrañas con el lenguaje mental. Seguía sonando un poco arriesgado, pero nos decidimos quedar. A Nagalan habíamos venido por el Festival de Hornbill celebrado en su capital Kohima. Y si veníamos por lana, no nos iban a trasquilar así nomas.

Subimos este reporte desde un café. Estamos a pocas horas de dejar Kohima para salir al destino que ha sido  el motivo para visitar las tribus del nordeste: Cherrapunjee –Estado de Meghalaya-, un pueblo donde cuelgan largos puentes hechos con raíces de árboles. Eso lo vimos en Human Planet, un muy recomendable documental de la BBC. De eso probablemente hablemos en el próximo reporte, ahora nos queda comentar estos 3 de los 10 días que dura el festival, el evento más grande de Nagalan, y para muchos, el más espectacular y fotogénico de India.

Hornbill es un festival multicultural, con varias de las tribus luciendo sus trajes guerreros, enseñando sus bailes y compartiendo con los visitantes sus cosmovisiones y ritos. Tremenda suerte para nosotros haber asistido a esta fiesta familiar, ver tanta voluntad integradora que se tiene con la comunidad tribal. Algo pudimos notar en el discurso inaugural que dio Pranab Mukherjee, Presidente de India. Con Josefina percibimos un amplio reconocimiento hacia las tribus Nagas. Más que una amenaza, a los aborígenes se los entiende como desarrollo y riqueza para el país, ese es el espíritu del festival, y ese sentir es el que robustecemos con nuestra visita. Inevitable ha sido no pensar en nuestros pueblos indígenas, en el conflicto mapuche y en el torpe tratamiento que le hemos dado como sociedad. Entre el Boomerang Festival –festival aborigen que trabajé en Mullumbimby-  y este carnaval más de alguna idea he de anotar. La experiencia nos ha regalado a ambos estímulos y material para trabajar. La vida, en todo momento, es escuela. Y a veces es tanto lo que te enseña que más vale detenerse para pensar y reflexionar.

Los queremos todos los días, y aunque a veces no podamos responderle a cada uno con la dedicación que merecen, sepan que en nuestra oración y memoria habitan con alegres colores y un sólido recuerdo. El cariño hacia nuestra familia y amigos está construido en roca.

Con alegría y energía,
Josefina & Cristobal

 Vistas y paisajes en Majuli Island 

 Probando las mascaras, hechas para performances de teatro

Con uno de los maestros en la fabricacion de mascaras

Proceso de fabricacion: estructura de bamboo, luego se forra en tela y barro, y los relieves (ojos, narices, etc) se hacen con caca de vaca.

 Con nuestras amigas francesas: Alix y Marine

 Pedaleando por la isla

En La Maison de Anand, donde estabamos alojando en la isla

En un Satra compartiendo un coco con los monjes

Mokokchung collage, vistas y colores. Nagaland.

Hornbill Festival en Kohima, Nagaland

Presidente de India dando un speech en el Hornbill Festival

 Desfile y bailes de tribus Nagas

 Vestuarios, adornos, gorros, plumas y lanzas. Tribus de los estados del norte

 Con una de las tribus del noreste de India, en sus vestimentas tipicas

 Jose, una Naga mas

 Menu para hoy: perro con arroz

Directo a la National Geographic, no?

Un juego indigena: greased pole climbing. Igual al palo encebado chileno!!