viernes, 24 de enero de 2014

REPORTE 21: GOKARNA / HAMPI Y MUMBAI

Comenzamos este reporte recordando nuestros últimos días de playa en Gokarna, parte de la costa India que alberga el tranquilo mar arábigo en el Estado de Karnataka.
Durante estos tres meses aquí hemos compartido con los hombres de la montaña, del bosque, los ríos, las grandes ciudades y ahora el mar. En todos ellos hemos encontrado una dependencia a la tierra que habitan, una idiosincrasia que se replica a los hombres de otras montañas, bosques, ríos, ciudades y mares. Y es que  tendidos en la arena no hemos quedado tampoco ajeno a estas, quizá apresuradas, similitudes de los hombres del mar. Algo común se traen bajo la manga, algo hay en el erotismo que convocan –tal vez sea el ligero vestir- que  nos hace recordar a Dionisio, el Dios del vino y el éxtasis. Picasso, diríamos, sería un ejemplo del hombre arquetípico nacido en costa. Neruda era otro que enloquecía por las mujeres, el buen beber y el mar. Curiosamente los antiguos griegos, filósofos y atletas del mediterráneo, nunca vieron el placer –y sobretodo el sexual- como algo malo o inmoral. A todos ellos hemos recordamos durante nuestro paso por la costa oeste de India. Gokarna, lo último de litoral que visitaríamos en el viaje, fue para nosotros su máxima expresión: una playa paradisíaca repleta de jóvenes extranjeros buscando éxtasis y placer, puro furor.  Los marineros besan y se van canta nuestro nobel poeta…
Muy probable es que no entendamos aún el mar y estemos profundamente equivocados en el diagnóstico. Puede que mucho nos influya el bosque al que pertenecemos, ese valle con luna cubierta por árboles y búhos que hacen guardia. Quién sabe, puede ser también el espíritu con el que emprendemos este viaje, pero de Gokarna saldríamos corriendo al segundo día. Definitivamente en el mar arábigo no encontramos la tranquilidad que su horizonte proyecta. Tenemos con este territorio una deuda pendiente.

Con la mochila al hombro viajaríamos hacia Hampi, al interior del Estado de Karnataka. 3 buses y 2 rickshaw tomaríamos para llegar luego de 7 horas a destino. Quizá sea en estos trayectos donde uno va decantando el camino recorrido. Viajar por tierra ha sido de las experiencias más lindas que hemos tenido en India, y sus tan variados medios de transportes – que van desde elefantes y camellos hasta los modernos aviones- no hacen más que mostrar la enorme riqueza de su cultura. Lo maravilloso y lo insoportable, los extremos y todos sus contrastes nos han acompañado siempre en el mismo asiento. Y tanta intensidad vaya que cansa, nos sentimos algo agotados. Y sin embargo, queremos seguir por mucho tiempo más, un poco aferrados a tantos de sus regalos y diarias sorpresas. Es que la benevolencia aquí se respira a diario y la vida comunitaria de verdad que en esta tierra gobierna. Permítannos en este último punto un paréntesis.

Muchos asociamos a India con el sistema de castas instaurado por los antiguos arianos, y muchos nos sorprendeos que hasta el día de hoy, a pesar de la rebelión de Buddha, los innumerables esfuerzos y la legislatura que favorece la movilidad y unión de personas de distinta clase, en el hinduismo siga sopesando la lealtad de casta. De lo que tal vez no hayamos escuchado es sobre Nitisara, un viejo libro del siglo X que sienta los principios de gobernabilidad en India. Lo que interesa y sorprende ahí es la autonomía comunal de las aldeas, un sistema de organización sin propiedad privada, por ende, sin patrón ni esclavo. Mujeres y hombres participaban de los consejos en los que se elegían representantes. Hoy diríamos “la soberanía reside en el pueblo” o para juntar presente y pasado “la opinión pública es más fuerte que el Rey”. Desde entonces -con los avatares de la historia por supuesto- la estructura social India sigue basada en la primacía del grupo, y no en la del individuo. ¿Será acaso, en el decir de Pepe Mujica, que los hombres seamos por naturaleza socialistas –organización tribal y vida comunitaria de la prehistoria- y que la historia nos haya hecho capitalistas? Sea o no sensato afirmarlo, la India que vemos y de la que nos hemos hecho adictos nos ha regalado esa solidaridad del conjunto. Este es el viaje que hemos emprendido al pasado para pensar nuestro futuro como  un clan abierto a la vida en comunidad. Debe ser tal viaje en el tiempo entonces del cual no queramos aun desaparecer. Paréntesis, ¡cerraos!

Llegamos a Hampi, un sitio entre irreal y embrujado, con monos, elefantes y dioses tan concretos como los hombres del poblado, una pampa desértica con ruinas y templos, pero también con cascadas, rio, lago y palmeras que diariamente nos regalaron los frutos de la selva, sus maravillosos colores y uno que otro de sus animales. Para no creerlo, pero seguiríamos encontrándonos con las serpientes, animal sagrado que conforma uno de los 33 millones de dioses de esta India politeísta. Tal cual, ¡33 millones de Dioses!
A la pequeña serpiente la habían atropellado, y agonizando ahí en plena carretera la movimos con un palo hacia los arbustos para que al menos en casa muriera.
-'En otra vida se les aparecerá para agradecérselo', le dijeron a Josefina los que pasaban en ese momento.

A estas alturas del viaje todo lo tomamos con calma. Si bien bastarían solo 2 días para completar el circuito turístico de Hampi, un ritmo tan apresurado pareciera ir en contra del relajado espíritu  de esta llanura y su gente. En una semana aprovecharíamos de pasear en bicicleta y visitar muchos templos, tener días de lectura en el lago y baños en el rio. Aprovecharíamos de ver los atardeceres, pero esta vez no los amaneceres. Nos daríamos el tiempo de ser acosados por los indios en masa y responder a cada una de sus reiterativas –y predecibles- preguntas: where are you from? / what is your name? / can I take a photo with you? Moraleja: cansa menos entregarse que negarse.
Así nos íbamos de este lugar: tranquilos, más maduros quizá, a paso más lento y muy agradecidos.
Casi se nos olvidaba. En los hogares de Hampi, cada mañana, las mujeres tiñen la tierra con agua y excremento de vaca, y dibujan con tizas de colores hermosos mandalas en la entrada de sus casas.

De Hampi a Mumbai tomaríamos tres buses: el bus local Hampi /Hospet (30 minutos), otro Hospet/ Hubli (5 horas) y por la noche el que teníamos reservado de Hubli a Mumbai (12 horas).  Llegamos, en el decir de algunos, con la raya del poto completamente borrada. Y llegamos a Roma, al imperio, a la gran ciudad. Vaya que golpe salir del desierto y amanecer en la frenética Mumbai. El tráfico, la moda, la extrema riqueza y la pobreza de siempre, las típicas contradicciones de la ciudad, sus esquinas con bohemios cafés, los religiosos y los oficinistas, la contaminación, los bellos parques, la imponente arquitectura británica, las estrellas de bolllywood, los turistas, sus 14.475.568 estimados habitantes y el marathi, que es la lengua local.

Para contarles cómo hemos vivido Mumbai, y dada la extensión del reporte :/, tendremos que ser eficientes, o muy creativos. Parece que nos agarraremos de la primera: ¡Nos ha encantado! Si bien llegamos con algo de desilusión, de a poco nos hemos ido enamorando con mariposas y locura. Es que Calcuta fue algo a primea vista, Mumbai como que se hacía la tonta, hasta que se puso a bailar. Guapa, gloriosa y muy sensual.

Las ganas que traíamos por agitar la escena artística nos ha hecho arrasar con sus museos, galerías y centros culturales. Lo “costoso” de esta ciudad –por lejos de lo más caro en India- nos animó a perseguir con más fuerza la calle y su gastronomía. En este tango con Mumbai, diríamos que ahí fue cuando nos atrapó con su pierna y miró con profundidad a los ojos. Cada mañana, luego de una larga caminata nos armamos un desayuno con surtido de frutas  frescas –piña, mango, papaya, sandía y uvas-, deliciosos milk shakes de banana, mango y/o frutilla, jugos muy vitamínicos como los de zanahoria con betarraga, tostadas con mantequilla y mermelada, sándwiches naturistas con queso caliente, la inconfundible masala dosa y el chai de siempre. Entre los miles de oficinistas y locales degustando tanta oferta, estos goras ya se pasean saludando a todo mundo. Seguramente en los 5 días que aquí nos quedan lo alcancemos a probar todo, y así de a poco es que también nos vamos inflando. Si eres azúcar o gluten free, este no es tu lugar.

También aquí hemos seguido conociendo a otros viajeros. Esta  vez fue el encuentro con Antonio, un gitano español que va por el mundo de fotógrafo y vendiendo ropa India en Granada. Un tipo simpatiquísimo, muy entretenido. Con él hicimos un poco de turismo, y aprovechamos de hacerlo en un modo alternativo. Nos llevó al mercado en el puerto, un sitio de olores intensos, repleto de colores, grandes barcos pesqueros de madera, cargas y descargas de mercadería y montones de mujeres pelando camarones las que tan pronto vieron a Josefina la invitaron a echarles una mano. Así nos quedamos largo rato, de conversa en conversa, enamorándonos de la gente todos los días. Letra chica: hasta hoy el olor a pescado Jose no se lo ha sacado.

Mumbai ha tenido de todo. Ya en el primer día nos ofrecieron actuar como extras para una película de Bollywood –la industria cinematográfica más grande del planeta tierra, incluso más grande que Hollywood-. No nos anotamos, pues ese día fuimos a ver las estrellas y el universo al planetario. Lo que si hicimos, siguiendo las recomendaciones de nuestro tío Owen, fue apuntarnos para trabajar en un matrimonio hindú. ¡Y qué matrimonio caramba! En medio de la zona industrial de Mumbai –algo así como Sanhattan-, cientos de Indios armaron un castillo de plástico muy kitch, el cual para la noche aparentaba otro palacio más de Maharashtra. La sección comida recorría todo el lugar, más de 2.000 invitados, cámaras aéreas y de televisión utilizaban para filmar la fiesta y realizar una película estilo Bolliwood del evento, pantallas gigantes, fuegos artificiales, bailarines suspendidos en el aire y otros que bailaban en el escenario, orquesta con trompetas, tablas, cítaras, bajos, contrabajos y violines, cientos de camareros con trajes tradicionales indios y nuevamente, estos goras extranjeros. Sabíamos que estas fiestas eran grandes, aunque nunca dimensionamos su magnitud.
¿Y entonces, que hicimos nosotros? Un poco convencidos con la idea de vestir elegantes saris –traje de la mujer India- y coloridos ternos como uniformes de trabajo, terminamos una como repollo vestida de ángel y otro con tenida formal tipo pingüino. Ahí nos tuvieron junto a otros amigos de occidente todo el día para tan solo tener nuestros 20 minutos de fama: acompañar a los novios mientras entraban en carroza con caballos al evento. Los hombres, siguiendo la música de la orquestra, pretendíamos ser violinistas para cantarle a los novios, y las mujeres haciendo de hadas madrinas para bien venirlos. Lo pasamos de 10, nos sentíamos unas verdaderas estrellas de rock, bien ridículas eso sí. Terminada nuestra performance nos metimos todos a la fiesta, y con los estómagos vacios arrasamos hasta no poder más. Toda una experiencia, salimos con buenos amigos con los que esperamos juntarnos las siguientes noches que nos quedan en Mumbai. Ganamos muchas anécdotas y algunas rupias para gastar en cervezas y saborear uno que otro pastel que ya hemos visto por ahí.  

Con mucho cariño los recordamos y abrazamos a la distancia. Les deseamos lo mejor a cada uno.

En Gokarna nos quedamos solo un día, 
entonces les mandamos solo una foto

 Bienvenidos a Hampi y su exótica gastronomía. 
Esta es una fruta ENORME con sabor a pera

 Las chiquillas que con adoración acosaban a Jose mientras 
visitábamos el lugar donde antiguamente la reina se daba sus baños

Nuestro día en el lago estuvo cargado a la sorpresa. 
Aquí en compañía de las cabras que nos dieron algo más que una visita...
Mientras Cristóbal secaba la ropa en una roca, para marcar territorio
 una de estas cabras echó flor de orina sobre los ya amarillos trajes de baño.

LAS POSTALES DE HAMPI



















WELCOME TO MUMBAI


 Jose mientras visitábamos uno de los tantos slum -poblaciones- que hay en Mumbai

 Con nuestro amigo Antonio camino hacia el "Portal de India",
donde en la próxima foto Jose y Cristof salen de lo más enamorados.

 ♛  ❤ 

 Desayunando en la calle...Jose con su jugo de betarraga y zanahoria
 y Cristof con un milk shake de mango!

En Nehru Centre donde vimos una
muestra de arte tradicional Indio muy interesante y donde también
pudimos disfrutar del planetario.

Desde la micro que le acaba de arrancar el espejo
a otra micro, y viendo como arreglan los problemas
a gritos, pero nunca con palos ni empujones. 
India por algo ha sido descrita como el país de la No Violencia.

Atención! Se viene el matrimonio!
 Aquí los bailarines aéreos ensayando colgados del arnés.

Chaaan! Nos disfrazamos por un rato,
 uno con más suerte que otra eso sí...jajaja
Con Willy, a quien le otorgamos el premio al 
invitado con más estilo. Se pasó para canchero!

LOS PERSONAJES DE MUMBAI

Los taxistas de Mumbai

 
Los religiosos y los oficinistas

 Los pokemones de Mumbai

 Los Musulmanes...

 Los pescadores...

 Y también los pintores.

 Los vendedores de maní en la calle


Los que te alegran el día con una sonrisa.


Y los que le ponen todo lo cool a esta ciudad!

sábado, 11 de enero de 2014

REPORTE 20: KERALA (Varkala, Backwaters y Kochi) y KARNATAKA (Mysore)

Sólo con lo que hemos alcanzado a vivir en nuestro primer día en Mysore –Estado de Karnataka-, podríamos escribir  un largo reporte. Después de una noche en bus hemos llegado por la mañana a esta ciudad que es un festín para la vista con sus templos y palacios. Mysore nos recibió con su imponente arquitectura, con sus calles llenas de feriantes ofreciendo a gritos sus frutas, con flores que impregnan por todos lados su olor, con especias y condimentos, joyas y adornos, dulces y pasteles. Después de encontrar un hotel con buena ubicación y perfecto para descansar, nos dimos una ducha para comenzar temprano el día…Es que nos picaban los pies por conocer este lugar. Las calles aquí son anchas, abiertas, con edificios tan antiguos como llenos de historia, y llenos aún de vida como probablemente lo estuvieron en sus primeros días. Aunque la mayoría están sucios, sin cuidado ni mantención, la gente habita sus alrededores e interiores con tanta alegría y caos, que los colores de las viejas murallas parecen revivir, y es fácil sentir el poder y realeza que alguna vez se adjudicaron a estos edificios. A la tradición India no la ha abandonado, quizás por eso sus ciudades parecen todavía vivos museos.

Ya con este escenario cotidiano de Mysore nuestros ojos no daban más de deleite. Nos damos cuenta cada día que India nos encantó desde el primer momento, y nos sigue encantando y sorprendiendo momento a momento. India no da respiro, no da tregua, es un constante movimiento y nadar con la marea, pero una vez que te entregas a la corriente, parece como que no hay fin a tanta belleza. Quizá la imagen de ser afeitado con navaja sea eficiente para estos propósitos: una vez que a India le entregas el cuello comienza el encantamiento, pues has comprendido que aquí en todo momento estarás a salvo y en paz: you are my guest, en el decir popular.

Luego nos fuimos a visitar el Maharaja´s Palace. Los ornamentos, columnas y pilares de este palacio eran el equilibrio perfecto entre lujo, oro, y piedras preciosas, con la obsesión que tienen los Indios por el detalle y el adorno, las imágenes de animales y dioses. Los salones decorados en color turquesa y dorado, los dioses adorados con tanta grandiosidad, las cabezas de elefantes -que el mismo rey cazó-, los balcones y vitrales con imágenes de pavos reales y mitología sagrada. Todo nos sobrepasaba. Realmente en este país todo tiene un sello y una cultura tan imponente e incomparable… En la tarde nos fuimos a dar vueltas por el mercado, el famoso Devaraja Market. Bueno, con todo lo que vimos ahí podríamos escribir muchas líneas más, pero con contarles que nos hipnotizaron con los aceites naturales que venden en pequeñas botellas de vidrio: naranja, flor de loto, flor de mysore, rosa, entre otros. Mañana volveremos intentando mantener la compostura para hacer una que otra compra inteligente, pero créannos, no será fácil.


Pero el sur de India no ha sido sólo Mysore. El 29 de diciembre volamos desde Calcuta hasta Trivandrum, desde donde partimos acto seguido hacia Varkala. Ahí nos esperaba una playa preciosa, con palmeras, agua tibia y un sol demasiado radiante -que incluso nos pasó la cuenta hasta dejarnos color camarón-. Aquí empezaba otro viaje, otra cara de esta vasta India. En el estado de Kerala –donde está Varkala- es todo más turístico, por ende los precios muy inflados, los turistas son mayoría y el indio se te acerca siempre con una intención de negocio o venta. Eso sí, los lugares son paradisíacos, con arenas doradas y restaurantes a la orilla del mar. Ahí pasamos año nuevo, y lindos días de descanso bajo la sombra de un quitasol. Luego nos fuimos de Varkala a Alleppey en un bote por los maravillosos backwaters –ríos que atraviesan la selva-, y de Alleppey a Fort Kochi, todavía en el Estado de Kerala. Ahí estuvimos 4 días más, también disfrutando de la playa, admirando la arquitectura portuguesa que tanto nos trasladó a nuestra luna de miel en Brasil, y aprovechando de recorrer en un scooter que arrendamos por 2 días. Azotamos las calles de Kochi sobre dos ruedas, y nos trasladamos en ferry a una isla para visitar algunas playas. Pero bueno, con la belleza de Kochi también venía la masa turística, había muchos restaurantes para elegir, pero escaseaba la comida abundante y a precio justo. En definitiva, en Varkala y Kochi tuvimos días de vacaciones, disfrutamos mucho de la playa y la comida, y aunque seguíamos en India, algo se salía del imaginario. Para muchos –con cierta razón- estas son las vacaciones perfectas, no para nosotros, no para nosotros ahora quizá. En Kochi una familia musulmana nos invitó a cenar. Hashim, quien trabajaba en el hostal que nos alojamos, organizó un banquete para que conociéramos a sus hijos, esposa, madre y suegra. Esa noche de cariño abundante y testimonio de sencillez se nos quedó grabado en nuestros corazones. Las palmeras, la arena, el mar azul y la espuma blanca ya la habíamos escuchado sonar en una vieja canción.

Bienvenidos a Varkala!

 Si, alguien tuvo un loco amor de verano en el sur...

 Varkala dada vuelta :(

 Algunas fotos de nuestro viaje en los backwaters. Maravilloso transportarse por estos ríos.

 En Kochi fuimos al show de Kathakali, un teatro de máscaras 
con bailes y presentaciones tradicionales del sur de India. 
La función incluía ver el maquillaje, aquí la transformación de los actores!

De paseo nos fuimos 2 días en moto a Vypin Island. Comimos coco, 
nos bañamos en estas aguas tropicales y descansamos de lo lindo!

 Todo el estilo del sur de India. La Jose con tostado fascinante y Cristóbal con su lunghi, 
una suerte de pareo muy usado aquí.

 Kochela en Kochi

 Dominando las calles en el sur de India. Conducir aquí es otro ejemplo de entrega: 
hay que tirarse a tocar bocina, andar por el lado incorrecto y a veces, 
hasta cerrar los ojos y pedirle a Dios que sea tu copiloto...Que aventura!

 En casa de Hashim comenzando a saborear el banquete que nos habían preparado

Welcome to Mysore! Aquí un ejemplo de la abundancia con la que te recibe este lugar. 
Fuimos por un desayuno, Jose pidió un South Indian Thali y Cristof una Masala Dosa...
Para los que la hayan probado antes, fijense en los tamaños! 
Esa Masala Dosa es por lejos la más gigante del planeta y la galaxia!

Y aquí estamos, eligiendo los aceites...
Chocha la Jose escogiendo el set de perfumes

LAS POSTALES DE MYSORE