Comenzamos
este reporte recordando nuestros últimos días de playa en Gokarna, parte de la
costa India que alberga el tranquilo mar arábigo en el Estado de Karnataka.
Durante
estos tres meses aquí hemos compartido con los hombres de la montaña, del
bosque, los ríos, las grandes ciudades y ahora el mar. En todos ellos hemos
encontrado una dependencia a la tierra que habitan, una idiosincrasia que se
replica a los hombres de otras montañas, bosques, ríos, ciudades y mares. Y es
que tendidos en la arena no hemos
quedado tampoco ajeno a estas, quizá apresuradas, similitudes de los hombres del
mar. Algo común se traen bajo la manga, algo hay en el erotismo que convocan –tal
vez sea el ligero vestir- que nos hace
recordar a Dionisio, el Dios del vino y el éxtasis. Picasso, diríamos, sería un
ejemplo del hombre arquetípico nacido en costa. Neruda era otro que enloquecía por
las mujeres, el buen beber y el mar. Curiosamente los antiguos griegos,
filósofos y atletas del mediterráneo, nunca vieron el placer –y sobretodo el sexual-
como algo malo o inmoral. A todos ellos hemos recordamos durante nuestro paso por
la costa oeste de India. Gokarna, lo último de litoral que visitaríamos en el
viaje, fue para nosotros su máxima expresión: una playa paradisíaca repleta de
jóvenes extranjeros buscando éxtasis y placer, puro furor. Los marineros
besan y se van canta nuestro nobel poeta…
Muy
probable es que no entendamos aún el mar y estemos profundamente equivocados en
el diagnóstico. Puede que mucho nos influya el bosque al que pertenecemos, ese valle
con luna cubierta por árboles y búhos que hacen guardia. Quién sabe, puede ser también
el espíritu con el que emprendemos este viaje, pero de Gokarna saldríamos
corriendo al segundo día. Definitivamente en el mar arábigo no encontramos la
tranquilidad que su horizonte proyecta. Tenemos con este territorio una deuda
pendiente.
Con
la mochila al hombro viajaríamos hacia Hampi, al interior del Estado de
Karnataka. 3 buses y 2 rickshaw
tomaríamos para llegar luego de 7 horas a destino. Quizá sea en estos trayectos
donde uno va decantando el camino recorrido. Viajar por tierra ha sido de las
experiencias más lindas que hemos tenido en India, y sus tan variados medios de
transportes – que van desde elefantes y camellos hasta los modernos aviones- no
hacen más que mostrar la enorme riqueza de su cultura. Lo maravilloso y lo
insoportable, los extremos y todos sus contrastes nos han acompañado siempre en
el mismo asiento. Y tanta intensidad vaya que cansa, nos sentimos algo
agotados. Y sin embargo, queremos seguir por mucho tiempo más, un poco
aferrados a tantos de sus regalos y diarias sorpresas. Es que la benevolencia aquí
se respira a diario y la vida comunitaria de verdad que en esta tierra gobierna.
Permítannos en este último punto un paréntesis.
Muchos
asociamos a India con el sistema de castas instaurado por los antiguos arianos,
y muchos nos sorprendeos que hasta el día de hoy, a pesar de la rebelión de
Buddha, los innumerables esfuerzos y la legislatura que favorece la movilidad y
unión de personas de distinta clase, en el hinduismo siga sopesando la lealtad
de casta. De lo que tal vez no hayamos escuchado es sobre Nitisara, un viejo libro del siglo X que sienta los principios de
gobernabilidad en India. Lo que interesa y sorprende ahí es la autonomía
comunal de las aldeas, un sistema de organización sin propiedad privada, por
ende, sin patrón ni esclavo. Mujeres y hombres participaban de los consejos en
los que se elegían representantes. Hoy diríamos “la soberanía reside en el pueblo” o para juntar presente y pasado “la opinión pública es más fuerte que el Rey”.
Desde entonces -con los avatares de la historia por supuesto- la estructura
social India sigue basada en la primacía del grupo, y no en la del individuo.
¿Será acaso, en el decir de Pepe Mujica, que los hombres seamos por naturaleza
socialistas –organización tribal y vida comunitaria de la prehistoria- y que la
historia nos haya hecho capitalistas? Sea o no sensato afirmarlo, la India que
vemos y de la que nos hemos hecho adictos nos ha regalado esa solidaridad del
conjunto. Este es el viaje que hemos emprendido al pasado para pensar nuestro
futuro como un clan abierto a la vida en
comunidad. Debe ser tal viaje en el tiempo entonces del cual no queramos aun desaparecer.
Paréntesis, ¡cerraos!
Llegamos
a Hampi, un sitio entre irreal y embrujado, con monos, elefantes y dioses tan
concretos como los hombres del poblado, una pampa desértica con ruinas y
templos, pero también con cascadas, rio, lago y palmeras que diariamente nos
regalaron los frutos de la selva, sus maravillosos colores y uno que otro de
sus animales. Para no creerlo, pero seguiríamos encontrándonos con las
serpientes, animal sagrado que conforma uno de los 33 millones de dioses de
esta India politeísta. Tal cual, ¡33 millones de Dioses!
A
la pequeña serpiente la habían atropellado, y agonizando ahí en plena carretera
la movimos con un palo hacia los arbustos para que al menos en casa muriera.
-'En otra vida se les aparecerá para agradecérselo',
le dijeron a Josefina los que pasaban en ese momento.
A
estas alturas del viaje todo lo tomamos con calma. Si bien bastarían solo 2
días para completar el circuito turístico de Hampi, un ritmo tan apresurado
pareciera ir en contra del relajado espíritu de esta llanura y su gente. En una semana
aprovecharíamos de pasear en bicicleta y visitar muchos templos, tener días de
lectura en el lago y baños en el rio. Aprovecharíamos de ver los atardeceres,
pero esta vez no los amaneceres. Nos daríamos el tiempo de ser acosados por los
indios en masa y responder a cada una de sus reiterativas –y predecibles-
preguntas: where are you from? / what is your name? / can I take a photo with
you? Moraleja: cansa menos entregarse que negarse.
Así
nos íbamos de este lugar: tranquilos, más maduros quizá, a paso más lento y muy
agradecidos.
Casi
se nos olvidaba. En los hogares de Hampi, cada mañana, las mujeres tiñen la
tierra con agua y excremento de vaca, y dibujan con tizas de colores hermosos mandalas en la entrada de sus casas.
De
Hampi a Mumbai tomaríamos tres buses: el bus local Hampi /Hospet (30 minutos),
otro Hospet/ Hubli (5 horas) y por la noche el que teníamos reservado de Hubli
a Mumbai (12 horas). Llegamos, en el
decir de algunos, con la raya del poto completamente borrada. Y llegamos a
Roma, al imperio, a la gran ciudad. Vaya que golpe salir del desierto y
amanecer en la frenética Mumbai. El tráfico, la moda, la extrema riqueza y la pobreza
de siempre, las típicas contradicciones de la ciudad, sus esquinas con bohemios
cafés, los religiosos y los oficinistas, la contaminación, los bellos parques,
la imponente arquitectura británica, las estrellas de bolllywood, los turistas,
sus 14.475.568 estimados habitantes y el marathi, que es la lengua local.
Para
contarles cómo hemos vivido Mumbai, y dada la extensión del reporte :/,
tendremos que ser eficientes, o muy creativos. Parece que nos agarraremos de la
primera: ¡Nos ha encantado! Si bien llegamos con algo de desilusión, de a poco
nos hemos ido enamorando con mariposas y locura. Es que Calcuta fue algo a
primea vista, Mumbai como que se hacía la tonta, hasta que se puso a bailar.
Guapa, gloriosa y muy sensual.
Las
ganas que traíamos por agitar la escena artística nos ha hecho arrasar con sus
museos, galerías y centros culturales. Lo “costoso” de esta ciudad –por lejos
de lo más caro en India- nos animó a perseguir con más fuerza la calle y su
gastronomía. En este tango con Mumbai, diríamos que ahí fue cuando nos atrapó
con su pierna y miró con profundidad a los ojos. Cada mañana, luego de una
larga caminata nos armamos un desayuno con surtido de frutas frescas –piña, mango, papaya, sandía y uvas-,
deliciosos milk shakes de banana,
mango y/o frutilla, jugos muy vitamínicos como los de zanahoria con betarraga,
tostadas con mantequilla y mermelada, sándwiches naturistas con queso caliente,
la inconfundible masala dosa y el chai de siempre. Entre los miles de
oficinistas y locales degustando tanta oferta, estos goras ya se pasean saludando a todo mundo. Seguramente en los 5
días que aquí nos quedan lo alcancemos a probar todo, y así de a poco es que también
nos vamos inflando. Si eres azúcar o gluten free, este no es tu lugar.
También
aquí hemos seguido conociendo a otros viajeros. Esta vez fue el encuentro con Antonio, un gitano
español que va por el mundo de fotógrafo y vendiendo ropa India en Granada. Un
tipo simpatiquísimo, muy entretenido. Con él hicimos un poco de turismo, y
aprovechamos de hacerlo en un modo alternativo. Nos llevó al mercado en el
puerto, un sitio de olores intensos, repleto de colores, grandes barcos pesqueros
de madera, cargas y descargas de mercadería y montones de mujeres pelando
camarones las que tan pronto vieron a Josefina la invitaron a echarles una
mano. Así nos quedamos largo rato, de conversa en conversa, enamorándonos de la
gente todos los días. Letra chica: hasta hoy el olor a pescado Jose no se lo ha
sacado.
Mumbai
ha tenido de todo. Ya en el primer día nos ofrecieron actuar como extras para
una película de Bollywood –la industria cinematográfica más grande del planeta
tierra, incluso más grande que Hollywood-. No nos anotamos, pues ese día fuimos
a ver las estrellas y el universo al planetario. Lo que si hicimos, siguiendo
las recomendaciones de nuestro tío Owen, fue apuntarnos para trabajar en un
matrimonio hindú. ¡Y qué matrimonio caramba! En medio de la zona industrial de
Mumbai –algo así como Sanhattan-,
cientos de Indios armaron un castillo de plástico muy kitch, el cual para la noche aparentaba otro palacio más de
Maharashtra. La sección comida recorría todo el lugar, más de 2.000 invitados, cámaras
aéreas y de televisión utilizaban para filmar la fiesta y realizar una película
estilo Bolliwood del evento, pantallas gigantes, fuegos artificiales,
bailarines suspendidos en el aire y otros que bailaban en el escenario, orquesta
con trompetas, tablas, cítaras, bajos, contrabajos y violines, cientos de
camareros con trajes tradicionales indios y nuevamente, estos goras extranjeros.
Sabíamos que estas fiestas eran grandes, aunque nunca dimensionamos su
magnitud.
¿Y
entonces, que hicimos nosotros? Un poco convencidos con la idea de vestir elegantes
saris –traje de la mujer India- y coloridos ternos como uniformes de trabajo,
terminamos una como repollo vestida de ángel y otro con tenida formal tipo pingüino.
Ahí nos tuvieron junto a otros amigos de occidente todo el día para tan solo
tener nuestros 20 minutos de fama: acompañar a los novios mientras entraban en
carroza con caballos al evento. Los hombres, siguiendo la música de la
orquestra, pretendíamos ser violinistas para cantarle a los novios, y las
mujeres haciendo de hadas madrinas para bien venirlos. Lo pasamos de 10, nos
sentíamos unas verdaderas estrellas de rock, bien ridículas eso sí. Terminada nuestra
performance nos metimos todos a la fiesta, y con los estómagos vacios arrasamos
hasta no poder más. Toda una experiencia, salimos con buenos amigos con los que
esperamos juntarnos las siguientes noches que nos quedan en Mumbai. Ganamos
muchas anécdotas y algunas rupias para gastar en cervezas y saborear uno que
otro pastel que ya hemos visto por ahí.
Con
mucho cariño los recordamos y abrazamos a la distancia. Les deseamos lo mejor a
cada uno.
En Gokarna nos quedamos solo un día,
entonces les mandamos solo una foto
Bienvenidos a Hampi y su exótica gastronomía.
Esta es una fruta ENORME con sabor a pera
Las chiquillas que con adoración acosaban a Jose mientras
visitábamos el lugar donde antiguamente la reina se daba sus baños
Nuestro día en el lago estuvo cargado a la sorpresa.
Aquí en compañía de las cabras que nos dieron algo más que una visita...
Mientras Cristóbal secaba la ropa en una roca, para marcar territorio
una de estas cabras echó flor de orina sobre los ya amarillos trajes de baño.
LAS POSTALES DE HAMPI
WELCOME TO MUMBAI
Jose mientras visitábamos uno de los tantos slum -poblaciones- que hay en Mumbai
Con nuestro amigo Antonio camino hacia el "Portal de India",
donde en la próxima foto Jose y Cristof salen de lo más enamorados.
♛ ❤ ♚
Desayunando en la calle...Jose con su jugo de betarraga y zanahoria
y Cristof con un milk shake de mango!
En Nehru Centre donde vimos una
muestra de arte tradicional Indio muy interesante y donde también
pudimos disfrutar del planetario.
Desde la micro que le acaba de arrancar el espejo
a otra micro, y viendo como arreglan los problemas
a gritos, pero nunca con palos ni empujones.
India por algo ha sido descrita como el país de la No Violencia.
Aquí los bailarines aéreos ensayando colgados del arnés.
Chaaan! Nos disfrazamos por un rato,
uno con más suerte que otra eso sí...jajaja
Con Willy, a quien le otorgamos el premio al
invitado con más estilo. Se pasó para canchero!
LOS PERSONAJES DE MUMBAI
Los taxistas de Mumbai
Los religiosos y los oficinistas
Los pokemones de Mumbai
Los Musulmanes...
Los pescadores...
Y también los pintores.
Los que te alegran el día con una sonrisa.
Y los que le ponen todo lo cool a esta ciudad!